domingo, 22 de agosto de 2010

La patota kirchnerista



Cuando Duhalde lo eligió para ser el candidato peronista para derrotar a Menem, nunca imaginó que el muñeco se transformaría en un monstruo de mil cabezas.
Kirchner puso en práctica la metodología que utilizó en Santa Cruz y que lamentablemente no conocemos en profundidad porque quienes deberían hablar solamente cuentan sus dólares en los bancos extranjeros.
Esa práctica de avasallar libertades y de utilizar las instituciones del estado como armas en contra de los que no piensan como él, es la que se puso en práctica desde el 2003 y continuó hasta el presente. La Locutora no hace más que esgrimir buena parla y ataca con mohines y frases grandilocuentes a sus opositores, pero que entrañan las más bajas intenciones de sojuzgar a la sociedad argentina, tal como lo hace su amigo en Venezuela.
La emprendieron contra Clarin porque éste diario pone al descubierto los negociados. Esto no significa que el gran diario argentino sea un dechado de virtudes empresariales, pero se trata de una empresa argentina que da trabajo a miles de personas y eso ya es mucho decir.
Lejos de agradecerle al periodismo crítico que los ayuda a gobernar destacando lo que se hace mal para que lo mejoren, se ofenden y mandan a apretar para que no hable más.
Eso es lo que intentan hacer con el tema de los hijos de la directora del Clarin, igual situación con lo de Fibertel y de igual modo, entre otras la de apoderarse de la fábrica de papel de diarios de la Argentina.
Para esto último utilizan al patotero de Guillermo Moreno, un pobre tipo que contrataron para que haga el trabajo sucio. Este es el mismo tipo que siendo Secretario de Comunicaciones, le organizaba a Kirchner (cuando era Presidente)actos de inauguración en las empresas del ramo, cuando en la realidad éstas empresas no pueden ni deben fabricar nada en nuestro país. Pero el acto de inaugurar la nada se hacía igual como mucha prensa registrando y llenando de invitados truchos las fábricas.
Es decir que Kirchner utilizaba una tribuna armada ad hoc para hablarle a sus enemigos, cuando en la práctica debiera siempre dirigirse a todos los argentinos.
Este Moreno tiene guardaespaldas y se agranda en contra de tipos simples de oficina, dando gritos y haciendo alardes de fuerza. Moreno es un pobre infeliz que cree que cuando termine el tiempo de los Kirchner podrá caminar tranquilo por las calles.
Moreno terminará sus días en la cárcel al igual que sus patrones.
Kirchner y la patota son un calco de lo que ellos combaten en los tribunales adictos. Se llenan la boca hablando pestes de los militares dictadores pero actúan de la misma manera, con prepotencia y sabiendo que el poder los ampara, al menos por ahora.

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