lunes, 17 de diciembre de 2007

Desconocido y solitario viajero

Viaje nocturno, de madrugada.
Varios hombres y una mujer suben a un avión contratado especialmente por uno de esos hombres.
El viaje es largo, cerca de 8 horas directas, sin escalas.
Algunos de esos hombres se conocen mucho, son compañeros de trabajo. Otros no tanto, son personas conocidas en razón de las funciones de esos hombres.
Uno de ellos, es un total desconocido. Nadie lo conoce, nadie sabe que está haciendo en ese vuelo.
Todos llevan maletas con pertenencias personales, el desconocido lleva una maleta rectangular pequeña y pesada.
Las poco más de 8 horas transcurrieron plácidas. el vuelo fue tranquilo, sólo algunas turbulencias, pero nada anormal.
Algunos dormitaron durante buena parte del viaje, otro leyeron un libro, otro conversaban.
Solamente uno estaba callado, no dijo una sola palabra durante el trayecto. Despierto y atento a todo lo que pasaba dentro de esa pequeña cabina.
Comieron algunas vituallas y tomaron cocacola, uno solamente tomaba wisky, los otros mezclaron un poco, quizás de aburrimiento y para darle un saber especial al viaje.
Llegando al territorio argentino, entrando por el corredor del norte, Salta, Catamarca, Mendoza, Córdoba y Buenos Aires.
Uno de los hombres , el que se sentaba en primera fila, se volteó y dijo que ya estábamos en Argentina.
Varios suspiros se dejaron escuchar, algunos se acomodaron en los asientos y comenzaron a mirar por las ventanillas.
El paisaje era oscuro, era de noche y solamente se veían algunas luces, pequeñas luces perdidas en la inmensidad del terreno sin fin.
Pasaron cerca de 60 minutos y el pequeño avión se acercó al aeropuerto. El comandante dio la orden de ajustarse los cinturones y que se preparasen para aterrizar.
El pequeño avión se posó frágil y seguro sobre la pista y se deslizó durante unos cuantos minutos.
Finalmente se detuvo y el comandante dio la voz de llegada y todos se dispusieron a bajar.
Uno a uno, casi en silencio, solamente la mujer hablaba algo de sus piernas, que le dolían, pero los hombres prácticamente no dijeron nada.
El último en bajar fue el solitario. Bajó sus dos maletas y se dirigió diréctamente al sector de control aduanero.
El vuelo privado tuvo que ser controlado en un sector diferente al de los vuelos comerciales comunes. Por alguna razón , éste sector no estaba disponible.
Todos pasaron por el control, salvo el último que quedó retrasado porque una empleada le preguntó que llevaba en la maleta rectangular, pequeña y pesada.
Ah, libros. dijo muy suelto de cuerpo.
Los puedo ver, Señor. Agregó la empleada.
Bah, son sólo libros y algunos papeles.
Me permite verlos Señor, insistió la empleada.
El hombre solitario, accedió de mala gana y allí estaban unos cuantos papeles. Libros no había, pero si papeles.
Unos papeles verdes con ciertas tonalidades marrones, con números y la foto de personajes ajenos a la historia argentina. Eran muchos. el valor de esos papeles que se suelen utilizar para comprar cosas, era de cerca de 800.000 dólares.
El señor solitario, el desconocido, no supo responder el origen ni el destino de esa plata.
Y tras esperar algunos minutos el resultado de una consulta que el agente a cargo del control hiciera con la jueza de turno, ésta dijo, bueno después de todo es contrabando de dinero y es un delito excarcelable, por lo tanto déjenlo ir. Ah, eso si debe estar dispuesto a responder ante la justicia cuanto ésta lo requiera.
El desconocido solitario salió raudamente, cruzó la Capital Federal y se fue directamente al Jorge Newbery, tomo un vuelo a Montevideo y desapareció.
A los dos días estaba en casa de Miami, lejos de la justicia argentina que lo que requeriría para responder por el simple contrabando de dinero.
Nuestra jueza, fiel a los libros y las leyes vigentes, cumplió con su deber.
Ahora, de utilizar el sentido común y su libre albedrío para, al menos retener unas horas más, al solitario desconocido, no para que, no vaya a ser que le hagan un juicio político.
Los hombres que viajaron junto al desconocido solitario, salieron todos del aeropuerto y nada preguntaron sobre lo que pasaba con su circunstancial compañero de viaje. Después de todo era un desconocido y ellos funcionarios del gobierno de Nestor Kirchner y de Hugo Chavez, estaban muy ocupados y no tuvieron tiempo de ponerse al tanto.
Ahora los norteamericanos, que investigaron, llegaron a la conclusión que era plata para la campaña de Cristina, la ahora Presidenta de la Nación.
Claro, se trata de una vil confabulación para desarticular al joven gobierno de Cristina.
Estos chicos, no tienen sosiego.

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