La Locutora tenía razón

Cuando la Locutora, en una triste y menos emotiva conferencia de prensa, al finalizar el escrutinio del 28 de junio, dijo que no veía que debiera haber cambios en su gabinete, tenía razón.
No solamente no lo veía, sino que tampoco lo sabía.
Pero Capricheytor en su afán de no reconocer sus errores, si que lo sabía y muy bien.
A la alicaída Ocaña que rajó por su propia voluntad pero socabada su tarea por los fuertes interés que se tejen en la Anses, le siguió el pibe Massa.
Este personaje, carilindo, joven y dinámico, no fue lo suficientemente inteligente para sobrevivir en el pequeño mundo de Capricheytor.
Tuvo que irse porque los K , no soportan que otro les robe protagonismo y a este pibe se le ocurrió marcarle el territorio al matrimonio.
El ministro de economía Carlos Fernandez, finalmente también se fue.
Jamás existió en la historia Argentina un funcionario público más ninguneado que este.
Difícil rol el del ministro de economía estando Capricheytor detrás de los planes económicos de la nación. Poco le faltó para entronizarse en el poder ocupando esa cartera, pero prevaleció la poca verguenza que le queda a la Locutora.
Después le siguió otro funcionario de menor rango, pero todos con el espíritu diezmado por la tremenda presión psicológica ejercida por Capricheytor.
Entonces, la Locutora tenía razón, ella no veía razones para producir cambios, pero su marido si.
En Este curioso personaje, la historia deberá hacer malabares para explicar el extraño comportamiento de quien no siendo ni siquiera presidente del partido justicialista, se entromete en las acciones de gobierno por absoluta impunidad.
La noche viene cayendo, la noche de las esperanzas de imponer un modelo socio-económico carente de sustento, salvo el que persigue el matrimonio K.
Modelo de distribución de riqueza que no comienza con el ejemplo de ellos.
Bien podrían explicar la receta para hacerse millonarios teniendo un estudio jurídico en una provincia de apenas 200 mil almas.
Quizás con esto solucionarían el problema de muchos que hoy siguen peleando para llevar algo de comer a sus hogares.