miércoles, 18 de marzo de 2009

Verguenza ajena

Vergüenza ajena es la que siento al ver a nuestros representantes en la Cámara de Diputados, discurseando mientras un montón de ellos no estaba presente en la sala.
Vergüenza ajena es la que siento al ver como algunos se anotan para hablar solamente porque quieren figurar en el libro de sesiones, pero que el contenido de si discurso es a todas luces meramente circunstancial y carente de contenido, caso de Basteiro (otrora sindicalista aeronáutico), Borocotó (otrora persona de bien) o aquellos que anticipan su voto favorable, aunque estén en las antípodas ideológicas como ellos mismos dicen,como si ésto le interesara al gobierno, caso Bonasso (otrora montonero).
Vergüenza ajena es la que siento al ver que estas sesiones se utilizan para cumplir con el reglamento parlamentario pero que en esencia no sirven para hacer un verdadero debate de conciencia.
Jamás se ha dado en la historia argentina y no se si en algún otro recinto parlamentario que estas sesiones hayan servido para torcer la opinión del otro.
El sistema admite que los bloques vayan con la decisión tomada y después de largas sesiones de exposiciones, se pase a votar.
No conozco a ningún Diputado o Senador que haya cambiado su decisión por efecto de los argumentos de su opositor, al menos que lo haya manifestado públicamente.
Lo que demuestra que el sistema no sirve y si no sirve hay que cambiarlo, no digo eliminarlo, digo cambiarlo por uno que funcione de tal manera que las sesiones sirvan para un verdadero debate de ideas y que en función de ellas cada uno vote de acuerdo a sus propias convicciones y no al del jefe del Ejecutivo o del jefe del Partido de turno en el gobierno.
Es evidente que los Diputados y Senadores no han aprendido nada, no han sabido captar lo que la ciudadanía pide a gritos, no han sabido captar lo que la sociedad pide para su seguridad, para conservar sus fuentes de trabajo, sus ahorros, sus propiedades.
Vergüenza ajena es la que siento por esos Diputados que defienden con argumentos carentes de contenido lógico, legal y legítimos, carentes de todo razonamiento y sólo impregnados de una fuerte presión desde la jefatura del partido.
Argumentos tales como la crisis global, la gobernabilidad son los empleados por los defensores de lo indefendible.
¿Acaso con el adelantamiento, cualquiera que sea el resultado de las elecciones, se solucionará el problema de Argentina?
La respuesta es rotundamente NO.
¿Por que?, Porque si gana el oficialismo tendrá respaldo popular, aunque gane por un voto, para seguir haciendo lo que le viene en gana y si gana la oposición tampoco se logrará nada porque no habrá voluntad política en el gobierno para ceder ante los opositores, aunque sea en beneficio del país.
Argentina de país generoso pasó a ser un país condenado, pero no al éxito como dijo alguien.

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