martes, 13 de mayo de 2008

CAPRICHEYTOR

No existe en el reino animal, ni de ahora de nunca, ni tampoco en la mitología griega, romana o vikinga, ni de ninguna otra civilización actual ni de nunca, un ser que se coma a si mismo para justificar su existencia.
Parafrasenando a Descartes cuando dijo "pienso luego existo" ese ser único debiera decir "me como a mismo luego existo".
¿Que pensamiento loco, no?
Pero la verdad es que no encuentro otra manera de definir la actitud y el proceder y la forma de pensar de un ser que a estas horas tiene el mayor grado de impopularidad que jamás haya tenido político alguno.
Supera con creces a la Mendez en su peor momento y a la de Chupete en sus últimos días.
Cada día que pasa nos vamos quedando solos.
Internacionalmente nos miran como extrañados, sin comprender (me gusta el tango).
En el momento de mayor ingreso de divisas, de mayor recaudación impositiva, como si a los argentinos nos hubiera tocado la varita mágica impositiva, el gobierno se pelea con los que le permiten ganar plata.
Es como si cualquier comercio se peleara con sus clientes.
Pero además no escucha, es decir que a esa actitud intransigente y poco inteligente para negociar, se le sumara la sordera.
Pero además tampoco ve. Por todas partes surgen asambleas, manifestaciones, tractorasos, cacerolazos y el gobierno sigue impávido.
Ahora, mandó a sus lacayos con el lacayo mayor a la cabeza para provocar la reacción de la gente de campo y tener un "procer" víctima y así bautizar con su nombre una sala del museo del terror.
Pero eso solo no basta. Lo que no logró la oposición, lo logra el mismo gobierno y es precisamente desunir a los suyos propios.
Ese animal que podemos incorporar en nuestra mitología campera, no tiene nombre y ese el problema.
No lo tiene porque también se lo comió.
No obstante es necesario bautizarlo con uno, aunque más no sea para poder denominarlo de alguna manera.
Me permito entonces llamarlo: CAPRICHEYTOR.

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